En el corazón de México, donde el sol acaricia las colinas y el agave azul se alza majestuoso, surge una bebida que encapsula la esencia misma de la tierra y la cultura: el tequila. A medida que el viento sopla a través de las hojas de agave, susurra historias de tradición, valentía y destreza artesanal. En este viaje por el pasado, exploraremos los episodios históricos que han tejido el tapiz del tequila, desde sus orígenes sagrados hasta su evolución en un ícono global.
Mucho antes de que los españoles llegaran a América, los antiguos pueblos indígenas ya habían descubierto los secretos del agave. Conocido como «elixir de los dioses», el aguamiel que fluía de las hojas del agave era considerado sagrado y se utilizaba tanto para el consumo como para rituales ceremoniales. Estos primeros capítulos de la historia del agave sentaron las bases para el viaje épico del tequila.
Con la llegada de los colonizadores españoles, la destilación se introdujo en México. Los alambiques llegaron a tierras mexicanas, y con ellos, la posibilidad de destilar el aguamiel, creando una bebida que evolucionaría hasta convertirse en el tequila. El mezcal, un término genérico para destilados a base de agave, comenzó a tomar forma, y la región de Tequila emergió como un epicentro de producción.
Los españoles estaban acostumbrados a bebidas fuertes como el ron y brandy, por lo que el aguamiel (Pulque) no era de su agrado debido al sabor poco común para ellos, fue por esto que decidieron destilarlo y experimentar, de ello surgió que la piña del agave se cocinara antes de fermentar, lo que permitiría que el nivel de azúcar aumentara y por ende tuviera mayor porcentaje de alcohol.
Durante el siglo XVI y XVII, la bebida se volvió muy popular. Sin embargo, a la Corona española no le gustó, ya que preferían que se consumiera ron y brandy, que eran producidos en España. Esto les generaba ganancias, a diferencia del mezcal, por lo que decidieron prohibirlo. No obstante, esta medida no tuvo efecto, ya que los productores continuaron haciendo mezcal.
La historia del tequila toma un giro definitorio en 1758, cuando el rey Carlos III de España emitió una Real Cédula permitiendo la destilación de mezcal en la región de Tequila. Aunque la cédula no mencionaba directamente el término «tequila», sentó las bases legales para la producción en la región. Esta cédula marcó el comienzo de la transformación del mezcal en una bebida distinta y auténtica.
En 1812, el rey Fernando VII de España otorgó a José María Guadalupe Cuervo el primer permiso oficial para producir tequila comercialmente. Esto marcó un hito importante en la historia del tequila y de la familia Cuervo.
Cenobio Sauza abrió su destilería en 1873 y descubrió que podía hacerle alteraciones al mezcal y convertirlo en un destilado más fino. Es aquí donde nace el tequila como lo conocemos hoy en día. Él fermentó y destiló una bebida hecha al 100% de agave azul, lo que hoy se conoce como un tequila premium.
En 1974, el tequila se convirtió en la primera bebida en México en recibir la Denominación de Origen, una designación que protege la autenticidad y calidad del producto. Esta distinción no solo estableció al tequila como una joya nacional, sino que también lo catapultó al escenario internacional,
Te preguntarás, ¿por qué solo un 51% y no un 100%? Para que el agave azul llegue al punto que se necesita para producir tequila, deben pasar 7 años. Este se cultiva principalmente en la zona del Bajío, pero su producción y embotellamiento deben ser forzosamente en Tequila, Jalisco. En el siglo XX, la popularidad fue tanta que los cultivos no lograban satisfacer la demanda mundial, por lo que se determinó que, para ser llamado tequila, debe tener al menos un 51% y así poder cubrir la demanda.
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Hoy en día, el tequila sigue evolucionando y cautivando a una audiencia global. Los métodos tradicionales se entrelazan con la innovación tecnológica y la creatividad de la mixología moderna. La tradición y la modernidad convergen en cada botella de tequila, manteniendo viva su historia mientras se adapta a los gustos cambiantes.
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